Cuando nos quedamos sin acompañantes para viajar siempre nos viene a la mente ¿y si me lío la manta a la cabeza y me voy sólo?

A algunos les invade un sentimiento de inseguridad y se plantean cancelar las vacaciones por miedo a aburrirse o que les pase algo y no tener a nadie cerca.

Sin embargo otros entran en un estado de euforia y felicidad pensando la gente que conocerán, las aventuras que vivirán en cada sitio, etc.

Viajar sólo es una experiencia de lo más enriquecedora, pero si no lo has hecho nunca y no estás decidid@ del todo, te damos una serie de razones para que lo experimente por lo menos una vez en la vida.

Satisfacción: te sentirás plenamente realizado por superar ese temor a viajar en solitario, cosa a la que muchas personas no se atreven. Verás si realmente eres autosuficiente y aprenderás a valerte por ti mism@.

Tiempo para pensar: te servirá para reflexionar y conectar con tu yo interior. Te replantearás objetivos, ideas e incluso si tienes que tomar una decisión importante en tu vida lo verás con más claridad. El estar en otro sitio y no tener a gente cerca que pueda hacerte cambiar de idea será decisivo.

Aplica tus conocimientos: si viajas al extranjero y tienes oxidados los idiomas será momento de refrescarlos y ponerlos en práctica. Entabla conversación con personas nativas ¡no desaproveches la oportunidad! Seguro que te sorprendes a ti mismo al descubrir que te comunicas mejor en esa lengua de lo que pensabas.

Aprende: observarás con mayor detenimiento las culturas de las localidades que visites. Al viajar sólo, estás más receptivo a recibir información, prestas más atención a las visitas guiadas, tienes menos reparo a mezclarte con la gente, etc.

¡Muévete a tu antojo!: podrás improvisar en tus planes todas las veces que quieras. Si te apetece alargar la estancia en alguna de las ciudades, ir a un concierto, un evento, un restaurante de comida local… podrás hacerlo sin tener que plantearte si a tus compañeros de viaje les parece bien.

Maneja la economía a tu gusto: si quieres alojarte en un sitio más barato para gastarte el dinero en excursiones lo haces. Si prefieres dormir en un súper hotel y gastarte menos en comida, también. Tú decides cómo y dónde gastar tu presupuesto.

Haz lo que quieras: cuando viajas acompañado, sobre todo en grupo, casi siempre se hace lo que quiere la mayoría y las decisiones se someten a votación. Olvídate de discusiones banales por decidir dónde se come, a que museo se entra, parar porque alguien está cansado… tendrás plena libertad para todo.

Conocerás gente: verás que hay muchas personas que viajan solas como tú y que se muestran bastante receptivas a la hora de entablar conversación. Seguramente en varios momentos compartas un desayuno o cena, una excursión con alguien que te cuente historias curiosas e interesantes.

¡Atrévete, es una experiencia única y seguro que repetirás!