A Sanfermines dicen que hay que ir por lo menos una vez en la vida.

Aquellos que la han vivido la catalogan como una de las fiestas más grandes del mundo.

Durante nueve días las calles de Pamplona se inundan de miles de turistas y pamplonicas en busca de diversión.

A las 12.00 de la mañana del 6 de julio en el balcón de la Casa Consistorial empieza todo. Desde allí se lanza el famoso Chupinazo que marca el inicio de los Sanfermines.

Vestidos de blanco todos los asistentes esperan ansiosos que se dispare el cohete. En el momento en el que el encargado de inaugurar las fiestas lanza el grito de “Viva San Fermín, Gora San Fermín” todo el mundo coge su pañoleta roja y se la ata al cuello.

Ver o correr los encierros

Comienzan todas las mañanas a las 8.00. Un recorrido de 875 metros donde los corredores son perseguidos por seis toros y seis cabestros desde la Cuesta de Santo Domingo hasta la plaza de toros. La duración es aproximadamente entre 2 o 3 minutos.

Es tradición que los mozos, antes del encierro, canten a San Fermín para pedir su protección.

Desfile de Gigantes y Cabezudos:

Por distintos puntos de la ciudad, comparsas de gigantes y cabezudos recorren las calles acompañados de cientos de pamplonicas que bailan al ritmo de la música.

Son 25 figuras de cartón piedra que representan una tradición que se remonta al siglo XVI.

Música por todos lados:

Grupos folclóricos, orquestas y charangas se pueden escuchar a todas horas.

En los escenarios montados en las plazas más conocidas de la ciudad, el Ayuntamiento, organiza varios conciertos y espectáculos gratis para todos los públicos. Están más orientados a las familias por las tardes y a los jóvenes por la noche.

Un cielo lleno de color:

A las 23.00 todas las noches en el Parque de la Ciudadela se lanzan fuegos artificiales durante media hora. Los mejores pirotécnicos de toda Europa despliegan su artillería pesada para deleitar a los espectadores con sus mejores espectáculos.

Ir a las vaquillas:

Como en la mayoría de fiestas de la geografía española es tradición ir  a las vaquillas.

Al finalizar el encierro se sueltan en el ruedo unas vacas bravas para que la gente se divierta intentándolas torear o correr detrás de ellas pero nunca tocarlas.

Teniendo cuidado puede ser uno de los momentos más divertidos del día.

La barriga siempre llena:

Como buen sitio del norte, la gastronomía y los pintxos son uno de sus puntos fuertes.

En la Plaza del Castillo y calles de alrededor se pueden encontrar muchos sitios donde poder comer esos deliciosos bocados que además te ayudarán a reponer fuerzas: chistorra, piquillos, la gamba, magra con tomate, etc y para acompañar nada mejor que un vermú casero.

Pobre de mí:

El punto y final a los Sanfermines lo pone el “Pobre de mí”, canción popular que se canta a las doce de la noche el 14 de julio en la Plaza del Ayuntamiento.

La costumbre es llevar una vela encendida y después acercarse a la iglesia de San Lorenzo, que custodia la imagen de San Fermín durante todo el año para atar en la verja la pañoleta y dejar las velas.

 ¿Te animas a vivir la experiencia?
vaquillas
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